martes, 22 de junio de 2010

La vida a través de gafas rotas

¿Alguna vez os habéis preguntado donde van a parar las personas "especiales" que no quieren en ningún psiquiátrico?

A mi barrio.

Y es que no había caído en ello hasta hace apenas unos días, pero Santa Cristina y sus barrios colindantes podrían haber llenado de entrevistas el programa de Jesús Quintero durante tres o cuatro temporadas completas. Digo eso de "nunca había caído" porque para mí y para mi gente, estar rodeados de grandes personajes era el pan nuestro de cada día, convivíamos con ellos, los veíamos a diario e incluso (y me duele admitir esto) los hemos evitado. La evitación se hacia patente sobretodo con una pobre mujer que padecía enanismo, pero no un enanismo gracioso como el de Willow, sino uno más "marcado" como el que tenía Galindo. Era como "Una niña vieja". Pero lo que realmente no gustaba a la gente del barrio no era su aspecto, sino su forma de comunicarse con la gente, se conoce que no podía expresarse bien y cada a vez que se ponía hablar soltaba una amalgama de sonidos guturales que echaban para atrás a las damas más refinadas de la zona. Con los años pude comprobar como poco a poco la "niña vieja" dejaba de intentar interactuar con los transeuntes, la pobre había aprendido que de todos modos no le iban a hacer caso.

El Tete. Otro ser emblemático de la zona y que desde luego hay que nombrar. Diagnosticado con un retraso mental moderado, con unas habilidades comunicativas paupérrimas y con una dependencia total de su familia, encontró por propia iniciativa la forma de seguir adelante, lo cual tiene merito, mucho merito, teniendo en cuenta que no contó ni con psicólogos ni con logopedas en su infancia y que además muchos de los grandes intelectuales y sabios de esta tierra ("enteraos" que los llamaría mi abuelo) vagan de un lado a otro intentando encontrar su sitio en el mundo sin hallar éxito en su intento.
El Tete era el primero en levantarse, en la puerta de su casa tenía ya preparado un carrito que había sustraído de los aparcamientos del hipermercado, dentro del carro tenía sus herramientas de trabajo: una escoba, un recogedor y un cubo. Y durante todo el día se dedicaba a barrer las calles del barrio, desde el Tiro Pichón hasta Santa Cristina, con una paciencia y una dedicación infinitas, que he visto solo en las mentes de los más perfeccionistas. Cuando el sol empezaba a teñir el cielo de naranja volvía para casa, aparcaba el carro, sacaba los bártulos y se sentaba en el bordillo con un cubo lleno de jabón y una brocha, y sin prisa alguna pasaba con la brocha cada una de las lineas metálicas que formaban su transporte. Cuando estaba listo, lo enjuagaba con agua, lo aparcaba en la puerta de su casa, para volver a la faena a la mañana siguiente, en cuanto cantasen los gallos del corral de al lado. Más de una vez los niñatos del barrio le robaban el carrito que había dejado por la noche, pero el Tete nunca se frustró por aquello, le pedía veinte duros a su madre y se iba despacito por el puente en dirección al Pryca.

Pero si tengo que dar un premio al mayor personaje de la zona, desde luego el galardón se lo llevaba Jaime, Un hombre cuya historia eclipsaba al propio ser humano.
Cuenta la leyenda que Jaime era un hombre respetable, extremadamente educado, con una magnifica relación con su familia y novia, además de un envidiadísimo puesto médico en un famoso hospital de Málaga. Pues bien, tal y como vino, se fue. Familia, novia y trabajo. No se sabe bien la causa, si fue algún escándalo en la consulta o la falta de mielina en el cerebro pero todo se fue a la mierda. A partir de entonces se encerró en su casa, engordó cincuenta kilos convirtiéndose en Karl Marx harto de potaje. Lo mejor venía cuando soplaba el viento de poniente y Jaime subía a su azotea con un gorro de Papá Noel y gritaba algunas perlas de sabiduría para compartirlas con la despreocupada población del barrio. Cito textualemente: "¡Hijos de puta! ¡Sois todos unos hijos de puta! ¡Y el rey el primero que es un cabrón! ¿Y la reina? ¡La reina me come la polla! ¡Hijos de puta!" Tenía una curiosa fijación con la monarquía y siempre era pasto de las llamas de sus atrevidos monólogos.
El momento culminante en la actuación de Jaime ocurrió unas navidades a principio de los noventa. Saltamos como de costumbre la valla del colegio para echar una pachanga de fútbol, Jaime nos vió desde su casa, pero no dijo nada, se limitó a entrar en su casa y esperar tranquilamente a que oscureciera y la falta de luz no nos dejase seguir jugando, en cuanto pasamos por su casa después de salir ilegalmente del colegio nos recibió, con coraza y espada, iba caracterizado de romano. Nos quedamos quietos, no nos movimos, esperando que su visión se basase en el movimiento como si fuera un T-Rex. Apenas tardó en reaccionar, tras un par de "hijos de puta" de rigor empezó a perseguirnos alzando la espada y lanzando mandobles como si de un gladiador se tratase, afortunadamente un niño de nueve años completamente acojonado corre más que un señor de ciento treinta kilos. Aquello dio mucho que hablar en el barrio. Pero al final Jaime continuó con la vida de loco que llevaba desde hace ya mucho tiempo. Jaime se ha relajado un poco desde entonces, ahora se limita a bajar al Mercadona a comprar en bata y con gorro navideño, ya no insulta ni escandaliza, debe ser asunto de la medicación.

Actualmente y después de haber pasado cuatro años fuera de mi ciudad, cuando volví a mostrar mi jeta por aquí apenas podía reconocer el paisaje humano, los personajes originales habían dado paso a dos centenares de niños jugueteando por todo el parque, gritos y golpes por doquier. En los bancos no hay sentado nadie de mi generación, a los que la droga nos perdonó la vida. Ahora solo niñatos con las manos sucias toqueteándose el flequillo cada dos segundos para dejarlo estratégicamente colocado entre los ojos, otros tantos en camiseta de tirantas y un montón de chicas pre-adolescentes comentando el triunfo que fue ir al "brehka" el otro día. Todo esto supervisado por una nueva generación de madres afiliadas al club de la fluoxetina.

"Un mundo sin locos es desde luego menos mundo"

jueves, 1 de abril de 2010

Cosicas (III)

Jacinto se sentó al lado mía y me preguntó que estaba haciendo.

-¿Ves a los que están detrás mía?

Justo en la mesa de atrás había una pareja joven que bajo los efectos de tres o cuatro litros de tinto con limón estaban babeándose muy pasionalmente, aislados completamente del ruido, los gritos y de las canciones punk que allí sonaban.

-Pues como tengo gases, he decidido sentarme justo aquí para acribillarlos a cuescos, a ver si les entra asco y echan la pota. O por lo menos que asocien inconscientemente un mal olor con el hecho de besarse.

Jacinto lejos de llamarme guarro o increparme por un comportamiento tan infantil, asintió con la cabeza y se sentó al lado mía.

-De puta madre, me quedo contigo y te ayudo, a ver que pasa.

¡ESE ES EL ESPÍRITU!

domingo, 21 de marzo de 2010

Cosicas (II)

Cerca de la Cruz de Humilladero hay un bar por el que suelo pasar muy a menudo, nunca entro porque siempre voy de paso de camino al centro, pero, sin saber muy bien porqué, me suelo fijar en las personas que están allí tomando una copa. Después de pasar casi cien veces por aquella calle, pude encontrar un denominador común. Da igual a la hora a la que pasara, siempre había un hombre, un hombre con una mirada triste, no demasiado mayor, de unos sesenta años, bebiendo alguna cosa, con un ducados en la mano y con una maravillosa lentitud en sus acciones. No hablaba con nadie, ni tampoco estaba sentado con alguno de los numerosos grupos de ancianos que allí acostumbran a jugar al dominó. Se subía a su taburete cerquita de la barra y hacía las horas allí, tranquilamente, como si el mundo no fuese tan rápido.

Me vino a la mente la figura del viudo, de aquel pobre hombre que debía afrontar la recta final solo, porque la compañera que había estado toda la vida con él se había ido. Lo más lógico en esta situación, es dejar de correr, ir a la velocidad de un caracol, despacito, muy despacito. Nublar la mente y dejar de sorprenderse por las cosas.

¿Tendrá hijos? Quizá ellos todavía puedan ocuparse de él. No lo creo, su mirada dice que no tiene hijos y que si los tuviese solo le llamarían los fines de semana para ver como está y comprobar que todavía no ha muerto. ¡Espera un momento! tampoco tiene porqué ser así, lo mismo su mujer está viva y sencillamente él está disgustado con ella, la desprecia porque ya no es la mujer hermosa de la que se enamoró, porque es una "marimandona" y ya está harto de -sácame la basura- o -¿has llamado al fontanero?, y prefiere pasarse el día en el bar lejos de voces nasales y molestas. Al fin y al cabo que iba a hacer ella ¿Dejarlo porque ya no le hace caso? ¡Ralenticemos el tiempo! a lo mejor así los veinte años más penosos de mi vida se puedan convertir en cuarenta años penosos.

Un día me llamó una amiga que quería quedar, posiblemente para contarme algún problema del que ya habría oído hablar. Quedamos en el Bingo París de la Cruz de Humilladero. Llegue quince minutos antes y como estaba cerca, me fui al bar donde moraba el anciano triste. Me senté en la barra y pedí una cerveza. Por supuesto, allí estaba aquel hombre, de igual forma que siempre, -taburete, copa, ducados- Generalmente suelo dejarlo pasar, pero esta vez no pude aguantar la curiosidad y le pregunté.

"Hombre, eso es porque soy el dueño del bar" me dijo.

viernes, 19 de marzo de 2010

Cosicas (I)

-Verás Pedro, me dijo ella. Imagínate que tu vecina es una tipa que te gusta mucho, mucho, a ver, dime alguien que te guste.

-Scarlett Johannson

-Pues eso, tu vecina es Scarlett Johannson, imaginatelo, la ves todos los días, la saludas y ella te saluda a ti, de una forma muy picarona, y tu, como es evidente estás loco por tirártela, pero lo que es peor, es que ella esta loca por destrozarte en la cama, lo que pasa es que eso no va a poder ser, por que tanto a ti como a ella os tienen atados. Protestarás, gritarás, llorarás... pero jamás de los jamases podrás estar con ella. Tu vida sería un infierno. Una obsesión constante que no te dejaría en paz.

-¿Entonces que hago?

-Ya te lo he dicho, lo mejor es que castres al perro. Y se acabaron los problemas.

Esta vez la veterinaria tenía razón...

domingo, 7 de febrero de 2010

El Día de San Patricio. Parte Segunda.

Es mágico ver como una situación que no destaca por nada en particular, por ser solo seis o siete horas que pasarán al cubo de los recuerdos desechados, da un inesperado giro de ciento ochenta grados y se plantea como algo que además de ser divertido se convertirá en experiencia a utilizar en un futuro. Esa noche había pasado eso, plantarse en el último sitio donde pensaba que me lo iba a pasar bien, que salga todo mal y una recompensa kármica a esa tortura de varias horas de sexo con arena y orina de desconocidos. Redondo.

Estuvimos hablando en el bar donde ella trabajaba durante un buen rato, al fin y al cabo, conocer a alguien -sea o no interesante- puede ser algo bastante enriquecedor. Finalmente tras dos o tres besos de esos que duran treinta segundos cada uno, decidimos ir al servicio del bar a pasar el rato, más bien decidió ella, a mi estas cosas siempre me han dado bastante vergüenza. He tenido alguna que otra experiencia sexual en un servicio, antes y después de aquel día en Benalmádena, pero aquella fue la primera vez en la cual no había bebido lo suficiente. Es cierto que me encontraba muy excitado, pero he de reconocer que gran parte de los recursos cognitivos de los que disponía en esa situación se encontraban pendientes de no mancharme excesivamente los pantalones de orina ajena, ni de mancharme yo ni ella. Con sustancias atenuantes del cerebro es mucho mas sencillo ignorar estos ascos, pero en mi estado no, ella seguía con su "flow" pero yo no podía evitar levantar la pierna para evitar ese charco que se forma entre las losas inclinadas de lo retretes públicos. Tras unos diez excesivos minutos de petting, llego la hora de ponerse serios, metí la pierna en el charco, me manché el culo en el retrete. Respiré. Abrí los ojos mientras ella los mantenía cerrados. "Pues si a ella no le importa, tampoco será para tanto..."

Cuando salimos de allí me preguntó si quería ir a la playa, y como me lo había pasado bien y no tenía nada que hacer fuimos hacia allí dando un paseo. Seguimos hablando. Entonces cambió todo el sentido del humor y el desparpajo que me había demostrado por una exagerada espiritualidad -demasiada para mi gusto- Habló de ciclos lunares, lugares de poder y movidas célticas que no terminé de entender del todo, tampoco era el momento de ponerse quisquilloso, se fijó en un cuarzo negro que llevaba colgado del cuello y me preguntó si sabía lo que significaba.

-No tengo ni idea.

Por lo visto era una de esas mierdas que canalizaban energía, que bajo ningún concepto podía ser tocada por otra persona que no fuese yo porque podía interrumpir en el flujo natural con la que la piedra absorbía mi energía. También me dijo que había cuarzos de diferentes colores y en función del color que tuviese cumplía una función u otra, el negro se encargaba de la protección del usuario -¿protección contra qué?- Mi amiga me había regalado uno negro y yo a ella le había regalado uno blanco, y ya está, no tenía más historia. Además mi cuarzo había canalizado mi esencia y la de las miles de personas que ya lo habían tocado pasando sus maldades a mi catalizador mineral. A los dos o tres días se me cayó al suelo y a tomar por culo el cuarzo.

Nos sentamos detrás de unas tumbonas amontonadas para tener un poco más de intimidad y seguí dejando que ella hablara, empezaba a tener curiosidad. Se le notaba feliz, era una chica demasiado espirituosa para aquel mundo tan frívolo y superficial, y el jour après jour le estaba asfixiando. Un trabajo tan infructuoso y desagradecido como el de relaciones públicas, en un lugar donde un montón de hijos de puta no paran de tirarle los trastos, gente completamente insustancial que no encajaba para nada con la forma de pensar de la irlandesa. Llevaba para adelante varios trabajos para poder pagar el piso donde vivía, porque los padres a pesar de ser gente de dinero no le pasaban nada. Algunas semanas más adelante me confesaría lo que yo ya estaba sospechando. Lo que en un principio era una vía de escape a mi lamentable estado de ánimo, sexo guarro con una chica puente, fue tornándose poco a poco a favor de ella. Ella no era mi excusa para olvidar mis problemas, sino que yo era la suya para desahogarse de su realidad.

Después de seguir hablando durante un buen rato, se abalanzó sobre mi. Jaque mate. -En media hora sale el sol, aprovechemos- Desde entonces tuve miedo a que mis padres me reconocieran en "Impacto TV" como una de esas parejas que son pilladas en la playa haciendo sus quehaceres y con un señor de cincuenta años colocando el pene de aquel pobre infeliz que no sabía donde la estaba metiendo. Para que conste, a mi no me hizo falta señor de cincuenta años.

Finalmente nos quedamos dormidos un par de horas, hasta que el sol nos lo permitió. Nos sacudimos la arena, nos pusimos los zapatos y nos fuimos. Me acompañó hasta la parada del autobús, no me ofreció irme a su casa ni a desayunar ni a darme un baño ni nada, lo cual me pareció justo, porque yo tampoco tenía ganas de ir, creo ambos habíamos tenido suficiente terapia esa noche. Antes de despedirme me pasó algo que por algún motivo que no entiendo me ha vuelto a pasar más veces, justo antes de pedirle el teléfono, ella ya se había adelantado. Lo apunté encantado, nos dimos un abrazo, un beso y me monté en el bus.

Tres días tardé en llamarla, nunca me ha costado llamar a ninguna chica, al fin y al cabo si te apetece quedar, porque no lo ibas a hacer, hay quien dice que hay que esperar nosecuanto tiempo de protocolo -mierdas- Lo que si suele hacer es llamar un miércoles para quedar el fin de semana, así aumenta la probabilidad de que no haya quedado aún con otras personas. Y en efecto así fue, no había quedado con nadie, pero porque tenía que trabajar. Oooh dije yo. -Pero puedes venirte como el otro día, y así me haces compañía.

Avise a mis compañeros de aventura. Y ellos estaban encantados de volver a Benalmádena, así que no hubo grandes complicaciones, solo tener que dar alguna que otra explicación. Esta vez fui mas preparado, armado con unos zapatillas cómodas y una botella de Whisky la noche sería más llevadera. Me pondría a tono y luego iríamos a su casa, nos relajaríamos un poco y follaríamos hasta perder el sentido. Me planté en la plaza con la botella de Whisky y apareció ella. Nos saludamos, hablamos apenas dos minutos y me dijo que nos veríamos después de trabajar.
Noche calcada a la de la semana pasada, solo que con más alcohol y menos escrúpulos. -Copa en el bar, sexo en el bar, paseo por la playa, sexo en la playa- No, no fuimos a su casa, ni esa noche ni nunca.

En las semanas sucesivas quedábamos los dos muy a menudo, o bien yo iba a Benalmádena a calcar noches o ella venía a Málaga a innovar e improvisar sexo -donde fuera-

Una tarde a eso de las cuatro decidimos ir a ver una película al cine. No teníamos mucho dinero así que fuimos al Centro comercial Larios de Málaga, que era lo más barato que se planteaba, desgraciadamente la cartelera no nos ayudó demasiado y entramos a ver la tercera película de Harry Potter, la del Prisionero de Azkaban. Sala seis. Aquello era muy pequeño, muy muy pequeño, apenas habría unas cincuenta butacas, pudimos elegir sitio, nos pusimos de espaldas a la puerta que estaba tapada por una pared. Allí no había nadie, lo cual tenía sentido ya que la película llevaba ya un tiempo en cartelera. Empezaron los anuncios. Diez segundos tardó en meterme mano, me la quité de encima y le dije que hasta que la película no llevase un cuarto de hora no pensaba hacer nada. -De acuerdo- dijo ella, no tienes porque hacer nada, pero yo si lo voy a hacer.

Desde entonces cada vez que juego al "yo nunca" digo eso de "yo nunca lo he hecho en el cine" de lo cual estoy especialmente orgulloso.

Playas, servicios, parques, cines, portales, ascensores... tenía las rodillas destrozadas y el corazón en el gaznate, todavía no había dormido con ella, no sabía si era buena en la cama, no sabía como era el sexo estándar irlandés y como buen profesional de la psicología estaba empezando a pensar que tenía alguna que otra manía con sus hábitos sexuales. ¡Estaba saliendo con una desviada sexual! Solo le excitaba con el sexo en lugares públicos, llevaba más de un mes así y no me había dado cuenta.

¿Bueno y qué?

Era una chica muy divertida, espiritual y comprometida y ante todo yo le gustaba mucho, lo sabía porque me lo había dicho, y tras pensarlo muy poco decidí hacer lo mejor que se podía hacer en ese momento... dejarme llevar, disfrutar y pasarlo bien, al fin y al cabo había hecho que me olvidase de mi anterior pareja, lo cual ya era algo bastante importante.

Quedamos un par de veces más, ahora tenía una mejor actitud ante ella, se había dado cuenta y ella estaba rebosante de felicidad, no hacía nada más que recordármelo, decía que el destino me había puesto en aquella mierda de sitio esa noche para que nos conociéramos y le ayudase a salir del paso, de aquella época tan horrible por la que estaba pasando. Fue entonces cuando yo también me empecé a sentir especial. Siempre gusta sentirse útil y poder ayudar a otras personas a encontrarse mejor.

A la semana se fue, desconectó el móvil, y desapareció de su casa, sus compañeros de piso me dijeron que se había vuelto a Irlanda con los padres. Jamás volví a saber nada más de ella.

Y allí me quedé de pie, aturdido y desorientado, como si aquello no hubiera pasado nunca.



jueves, 14 de enero de 2010

El Día de San Patricio. Parte Primera.

Parafilia. Según la RAE: Desviación sexual.

Estaba triste, muy triste, pero el maldito día no acompañaba a mi tristura, ni llovía, ni caían hojas otoñales, ni siquiera hacía frío. Había un Sol maravilloso, con dos o tres nubes blancas como camas de ángeles que pintaban un cielo de un maravilloso color añil, y a pesar del Sol no hacía demasiada calor, era un maravilloso día primaveral.

Había vuelto a casa de mis padres, llevaba un mes allí y aquello se había hecho demasiado duro, no asomaba la cabeza por allí desde hacía mucho tiempo, y el tenerme tanto tiempo en casa les extrañaba demasiado. Preguntaron dos o tres veces que me pasaba y les respondí dos o tres veces que no me pasaba nada, entonces como era costumbre mi padre entendió que estaba bien y siguió con su vida sin preocuparse demasiado por la mía. En cuanto a mi madre, ella seguía preguntando, y es que mi adolescencia la pasé entre la completa indiferencia de mi padre y la excesiva sobreprotección de mi madre, -llegados a este punto debo pensar si la adolescencia y el proceso de rebeldía por el cual pasa el joven, ¿No será culpa también de los padres?-

El mayor problema se presentaba a la hora de ir a la Universidad, ya no tenía tantas ganas de aprender, ni de presentarme allí para hablar con psicólogos, ni de tomarme doscientos cafés con doscientos bollos con tomate y aceite, y a pesar de todo debía hacer el paripé, ¡Adiós, me voy a la uni! Paseaba y paseaba por cualquier lado, me iba al centro de la ciudad, luego al paseo marítimo, Centro de Arte Contemporáneo... en aquellos tiempos un centro comercial era mi mejor aliado.

Pues aquel día, en uno de esos paseos, me encontré a unos conocidos que no veía desde hace eones, gente común, sin altas pretensiones, con las únicas aspiraciones de un trabajo de mil euros, un Seat Ibiza, una novia peluquera y una hipoteca de treinta años. Hablamos, y puede que fuese el añil del cielo o la mala programación en la tele de un viernes noche, el caso es que accedí a salir con ellos esa noche, pasarían a recogerme por la noche y nos iríamos -a Benalmádena- creo que no lo había pensado bien, y es que allí estaba más perdido que un pingüino en el Sahara.

La pregunta que la gran mayoría de las mujeres se hacen cuando están a punto de salir un fin de semana vino a mi mente: ¿Qué me pongo esta noche? No soy tan superficial, en mi caso era una pregunta obligada, estaba pasando por una definida época grunge y Kurt Cobain no era bien recibido en la discoteca Kiu. Agarré lo más convencional que tenía en el armario, que incluía pantalones jeans, de esos que van "cagaos" -pero no tanto-, una camisa de cuadros -pero no de franela- y unos zapatos, por lo visto, todos los porteros de las discotecas de pachanga están obsesionados por los zapatos, se puede ir en chándal de aparcacohes, pero si llevas zapatos da igual, puedes entrar. Cuando erá niño tenía los pies planos, siempre tuve que usar zapatos especiales con plantillas, cuando se me corrigió el defecto, prometí no volver a usar zapatos en mi vida, y así fue. Esa noche me puse unos naúticos viejos que tenía mi padre en su armario. Cuando mis padres me preguntaron a donde iba, no sabía si decirselo o no.

-Benalmádena

-!!! ¿Para que vas allí?

-Eso digo yo...

Sonó el portero electrónico, baje, y me metí en el coche. Sonido Ibiza en los altavoces, a ciento veinte decibelios, cada vez que el bombo sonaba, se escuchaba ¡Crack! No soy un experto en sonido, pero no creo que el arcaico equipo de sonido de aquel Opel Corsa no iba a durar muchas más salidas a Benalmadena. Lo más divertido del viaje, -aparte de ir al doble de la velocidad permitida- fue cuestionar la hipótesis que dice que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez. Mi amigo el piloto conducía a una velocidad vertiginosa y podía preparse un joint casi sin despeinarse, fue divertido, divertido y peligroso...

Llegamos a nuestro destino -por los pelos- y allí estaba, en Benalmadena, el lugar donde seguro no debería estar, sin dinero para gastarme y donde desde luego no me iba a comer una rosca, al fin y al cabo es el paraíso de la superficialidad -sin contar Marbella claro- Nos metimos en un bar a tomar "porrones", esto, y hablo sin saber lo que les pasó a después a mis acompañantes, debería ser un retraso para todos ellos, que iban con camisa blanca, cuando acabamos de beber, su ropa parecía uno de esos cuadros dibujados por un gorila, lo solucionaron en la entrada poniéndose las chaquetas. Llegaba la hora de la verdad, íbamos a entrar en la discoteca, no, perdón, la discoteca Kiu, el baluarte de Puerto Marina, me apresuré y me quité la cadena de la cartera y las pulseras con pinchos, hicimos cola. El portero me miró, yo le sonreí y nos dijo que eran veinte euros por cabeza. Deje de sonreír, me giré y miré a mis compañeros:

-¿Qué pasa? ¿no tienes dinero?

-Si tengo, tengo veinte euros

-¡Pues paga coño!

-Es que es lo que tengo, veinte euros.

-¡Pues paga coño!

-¿Y luego que?

-Luego ya veremos, anda.

Pagué los veinte euros.

Los monólogos son divertidos porque dicen verdades sobre nuestros sucesos cotidianos, y en este caso todo se cumplía a rajatabla. La estampa ya clásica de la chica bailando y de los siete "buitres" alrededor, cobraba forma, esto no tenía nada de extraordinario, pero si lo tenía el hecho de que hubiese diez situaciones similares a lo largo de toda la sala, aquello era fascinante. Decidí pedirme un whisky. Lo mejor que a priori se planteaba en aquella noche era que con mi desembolso de veinte euros podría pedir cuatro consumiciones, la noche era larga, pero debía empezar ya, la música de la discoteca se me estaba empezando a atragantar, me dirigí a la barra.

Ballantine con Seven Up por favor. El camarero cogió el ticket. Puede que fuese un poco inocente, o primerizo en eso de meterme en discotecas, pero aquello me pilló por sorpresa. Con mis veinte euros solo había una consumición... Harto decepcionado cogí el vaso de tubo con cuidado y empecé a beber hasta poder verter el resto del refresco y dejar la botella en la barra -es una pequeña manía que todavía conservo- Es entonces cuando empieza realmente el consumo del cubata. Aquel fue el whisky mas caro de todos los que me he tomado en mi vida, el más caro y el más largo, me duró hasta las tres de la mañana. Se me planteaba un nuevo problema, ahora estaba solo, mis compañeros, se habían unido al cortejo masivo de las poquísimas chicas que allí bailaban. ¡Bah! tampoco eran tan amigos mios, decidí largarme de allí, llevaba sobrando en aquella puta discoteca desde que llegué, además seguía dándole vueltas a mi situación actual, no tenía más ganas de estar en ese lugar. Salí. El autobús no tardaría mucho en salir, me puse en la cola. Solo media hora después me dí cuenta de que me había gastado todo mi presupuesto en la entrada. -Puta mierda- Me volví a la entrada dispuesto a bajar y pedirle algo de dinero a mis compañeros y así poder coger el bus.

-¿Donde vas?

-Adentro a buscar a unos amigos para que me dejen algo de dinero para coger el autobús

-Son veinte euros

-¡No hombre! verás, ya entré antes, solo voy a bajar un momento a eso y me vuelvo

-¿Has estado aquí antes?

-Claro, baje con mis colegas

-Enséñame el sello

Así de gilipollas soy. Salí tan rápido de allí y con tantas ganas que no caí en la cuenta del sello, por si tenía que volver. Aquella discusión se prolongó durante un minuto más, hasta que el portero se dignó a mirarme: ¿De verdad quieres seguir discutiendo?

Me fui de allí temiendo por mi integridad.

Esperé sentado en un banquito a que esta gente decidiera salir de allí, aquello iba para largo. Me coloqué de nuevo mis accesorios y a escuchar música -si no me equivoco por aquellos entonces serían los Sevendust o los Deftones-

Pasaron cuatro o cinco relaciones públicas interrumpiendo mi escucha, rechacé sus ofertas. Hasta que pasó ella. Era una chica que sobresalía del ganado que habitaba Puerto Marina, no porque fuera guapa o espectacular, que no lo era, sino porque se veía a leguas que no era del lugar, rubia, con rastas y con una cara de estar hasta el coño que no podía con ella. Me preguntó si quería una consumición más chupito, respondí con una más que obvia negativa. Tras una sugerente mirada volvió a preguntarme:

-Tu no acostumbras a salir por aquí ¿verdad?

-¿Tanto se me nota?

-¿Con cadenas y pulseras de heavy? Eso no lo he visto mucho por aquí. Seguro que te lo has pasado muy bien esta noche bailando "Chayanne"

No me esperaba eso la verdad, me reí como no me reía en mucho tiempo.

-¿A que tu tampoco eres de aquí?

-Yes! Kiss me! I'm Irish! -Con acento de Roy de la serie "The IT Crowd"-

Volví a reírme. Guardé los auriculares y decidí darle un poco de coba.

-Wow! At last somebody from Britain! I will practice my English.

Ahora la que se rió fue ella.

-No se te da nada mal el inglés ¿eh?

-Regular, pero tu si hablas bastante bien español.

-Porque llevo aquí ya casi seis años.

Seguimos hablando un poco más, hasta que ella me dijo que tenía que irse a seguir trabajando.

-Salgo en una hora, si no tienes que irte, pásate por aquí al lado y nos tomamos algo.

-¿Yo? ¡que va! no tengo nada que hacer. Venga dentro de una hora paso por ahí.

Seguí escuchando música y esperé pacientemente a que terminase su trabajo, al fin y al cabo, iba a esperar al autobús, por que no iba a hacerlo para divertirme un poco. Se cruzó varias veces delante de mi banco. Sonrisas, burlas, miradas... y llegó la hora de ir a buscarla. Nos metimos en el bar donde ella estaba trabajando. Me invitó a un par de whiskies que entraron como agua de mayo, hablamos casi una hora. Nos reímos mucho, ella contó chistes, yo hice mi papel de psicólogo interesante, finalmente y después de habernos tanteado mutuamente el terreno, entramos en el servicio del bar y follamos.

domingo, 10 de enero de 2010

Gauxi Superstar


De noche, al lado de una fuente y donde tampoco había tantas piedras. El mejor sitio de todo el camping. Apenas conocía a gente allí. Lorena la argentina y su camiseta de Maradona, mi mejor amigo de la infancia Juani, que todavía no se que hacía allí, una persona que lo más alternativo que había escuchado en su vida era Extremoduro, supongo que el alcohol, las drogas y la necesidad de chicas cachondas pudo más que sus convencionales gustos musicales. Los tres dormiríamos en la iglú grande, los demás... me daba igual. Era de noche, nos sentamos en circulo y empezamos a comer, y allí estaba el prenda, comiendo magdalenas y bebiendo Sandevid, la cena de los campeones. Raúl hizo su aparición, y practicamente desde entonces nos hicimos inseparables. El Festimad 2005 se hizo famoso por la lluvia de botellas, los disturbios, los coches ardiendo, los cojones de Incubus y el comienzo de nuestra amistad.

Aquel festival nos lo pasamos de muerte, al margen de los grupos que tachamos de nuestras respectivas listas: Dillinger Escape Plan, Sick of it All, Mastodon... hicimos el cafre de lo lindo, sobre todo al final, cuando la gente decidió asaltar las barras montadas en mitad del desierto, ¡Cerveza y agua gratis para todos! A mi entender quemar los coches fue algo excesivo, aunque también lo fue prometernos zonas verdes, cuando lo más verde que había allí era la etiqueta de una Heineken.

Raul a.k.a Gauxi es un tipo muy particular, no se puede salir por el centro de Málaga sin tener que pararnos cada dos metros para saludar a alguien, todo el mundo conoce a Gauxi, pero el muy cabrón no conoce a todo el mundo. ¿Cómo es posible que este hombre conozca a tante gente? Si tuviéramos que hablar de una "Inteligencia Social" desde luego, él sería superdotado, podría dar seminarios a los mejores psicólogos sobre habilidades sociales. A estas alturas y después considerar al homo sapiens como animal sociable, mi colega, esta a un nivel superior, si por él fuera, el futuro de la humanidad sería una mente colectiva donde el sujeto conoce a todo el mundo. A veces me siento como un científico al lado suya, será desviación profesional, pero muchas veces prefiero callarme y observar sistemáticamente sus conductas, gestos, tono de voz... bueno, eso cuando el alcohol no influye demasiado en su eficacia social, que a veces no es todo lo óptimo que debería ser, pero incluso habiendose puesto fino, el tío controla. Ahora solo toca aprender de él.

Ser tan sociable es algo que puede pesar, y él no es una excepción, desgraciadamente se cumple una premisa, no del todo justa y que desde luego no se merece, aun así y a través de sus ojos puedo comprobar en mi rol de observador lo idiota que es la gente... ya sabéis: "Muchos conocidos, pocos amigos" Y es triste cuando a veces no quieres emborracharte con alguien, ni marcharse a una discoteca, ni pegarte una fiesta de las gordas, a veces solo quieres hablar: hablar en un parque, compartir experiencias interesantes, anécdotas divertidas... y hablo también desde la experiencia, esa mierda puede comerte por dentro, se incrusta y crea un déficit emocional a veces mucho más grande de lo que se puede pensar en un principio, y entonces ¿para qué cojones queremos conocer a tanta gente? pero bueno, tal y como él me dice tantas veces "¿Feliz? yo solo quiero vivir contento" y eso también lo sabe hacer bien.

Hemos vivido muchas aventuras juntos, y nos quedan trescientas más. Como aquella vez en mi barril anual de la Rocka, batimos todos los records con veinticinco jarras de cerveza -no se en que proporción, porque aquella noche actuamos al unísono-. Subimos a casa con los pantalones bajados. ¿Y al día siguiente qué? pues volvimos a salira una fiesta de música electrónica de modernos, porque no hay que hacerle ascos a casi nada.

Moragas: "M de Moraga", "La espectacuar Moraga de los 300" y "Moraga como puedas" con sus raves, que por cierto, una de ella fue una rave de hip-hop ¿Qué carajo es eso? podrías haberla hecho de zarzuela hijo...

Lo siento, hoy no me he devanado los sesos haciendo una historia interesante, solo quería hacerle un homenaje a un tio peculiar, un tío al que hay que valorar, al que sus "conocidos" no valoran, un tío que sabe que los que no somos tan guapos tenemos que hablar un montón para poder follar una noche, un tío al que pocas personas pueden hacerle sombra en conocimientos musicales, un tío que opina muy bien sobre el derecho de la mujer. Un tío grande.

Ahora hermano imaginame delante de la pantalla haciendo "los cuennos" y diciendo: Yeaaaahh!!!!